¿Que más quieres de tu niña interior?

Nuestra niña o niño ha sido por lejos quien más ha trabajado por nosotros. Fijate que esa criatura de origen animal, trae consigo la menuda tarea de adaptarse a un medio lleno de reglas, estructuras y condiciones sociales. A veces implica una sobreadaptacion con costos altísimos como respuesta; lo que en sala luego llamamos "alteración" y a la que los profesionales devolvemos un diagnóstico que el DSM-5 nos enseña (con sus respectivos tratamientos).
Ahora bien, cuanto más rígida y estructurada es la familia a la que pertenecemos, más sobreadaptacion conlleva y por lo tanto más síntomas.
Nuestr@ niñ@ tuvo que hacer de todo, recurrir a estrategias que lo ayudaran con esta adaptación, y en ese tanteo de estrategias alguna le resultó buena, pero tampoco le salió gratis. Tuvo que llenarse de mecanismos de defensas que lo ayudaran a sobrevivir, fueron muy necesarios en su momento, pero nuestra querida niña luego quedó condicionada por ellos. Esas estrategias consiguieron que mi niña se camufle para pasar desapercibida o tal vez que huya escapando del desastre, o que enfrente y de pelea; esas 3 respuestas instintivamente animales, se complementan a su vez con mecanismos defensivos aprendidos: de ahí viene la niña buena, la rebelde, la manipuladora, la tirana, entre otras...
Tenemos que saber que hizo lo que pudo y lo que estuvo a su alcance para lograr el primer nivel, que es la supervivencia, y luego los otros niveles que implican conseguir lo que necesitaba y luego lo que quería. Mi querida niña... ¡qué difícil todo eso! Lidiar con las vicisitudes y sucesos familiares y salir ilesa.
De cualquier manera si llegamos a ser adultos es porque nuestra niña lo hizo muy bien y acá viene mi objeción...
Querida adulta:
¿Qué más le queres pedir? ¿De qué más la queres culpar? ¿De qué más la seguis haciendo responsable?
¿No seria hora de darle un respiro, tomarla en tu corazón y empezar a cuidarla tu y que no sea al revés?
Cada vez que siendo "adultos" la invocamos para que siga usando los mismos mecanismos y nos escudamos detrás de ella justificando y utilizando sus viejos berrinches, o le seguimos pidiendo que nos defienda con su tiranía creyendo que tenemos el derecho de atropellar a quien sea para conseguir lo que queremos, entonces eso ya es un abuso hacia la niña herida; recurso que nos queda cómodo porque lo contrario requiere un compromiso y un trabajar en las profundidades, tocando heridas viejas que tal vez nos resistimos a tocar y curar con consciencia. Por supuesto que si aún no hemos podido reconocer este mecanismo que nuestro "adulto" utiliza para salvarse, tampoco habremos podido trabajar en nuestro niño con amor y respeto. Respeto que también lleva implícita la puesta de límites a nuestra niña, y una reeducacion que muchas veces hace doler. Porque claramente cuando la adulta quiera dejar descansar a la niña, transformando sus estrategias, por supuesto la niña se volverá a "armar" de mecanismos defensivos y tal vez aparezca la tan nombrada "resistencia".
Tal vez ya sea hora de reconocer a tu niña, hacerle un mimo y dejarla descansar, para que la adulta tome la posta y se haga cargo con responsabilidad de su propia vida, sin proyectar tanto, sin negar, sin culpar o cargar a otros.
¿Que más queres de tu niña?
Hellinger dice en sus tan valiosos órdenes, que la ayuda para que sea exitosa tiene que ser adulto-adulto. Por eso para poder responder como adulta en el ejercicio de mi profesión, hace 10 años me recibía de Terapeuta Gestáltica de niños y adolescentes, donde el viaje fue hecho por mi niña, "revolviendo" heridas y amándola tal cual fue. Viaje en el que tuve el honor de ser guiada por mi gran maestra Patricia Vidal, y por supuesto por mis maravillosos compañeros de ruta, un camino que duró 3 años de formación intensa. Viaje duro, arduo, costoso pero que me enseñó a renacer, asumiendo otro rol. Y por supuesto el camino de la adulta lleva el compromiso interminable de estar atenta, para que la niña no quiera volver a posicionarse. ¿Qué si da trabajo? No te imaginas cuánto! Pero sobre todo responsabilidad y mucha valentía.
Mi responsabilidad como terapeuta para que pueda seguir acompañándote desde un buen lugar, es seguir tomando nuevas enseñanzas y trabajando sobre mí, no tan solo por mi propio crecimiento sino para recibir tu historia como consultante y hacer las intervenciones justas, aunque esas intervenciones no sean a veces las que como paciente quieres escuchar. Y una vez más te recuerdo: el buen terapeuta no trabaja para que lo quieran, sino para que el paciente se quiera a sí mismo.
Te animo para que emprendas el viaje cuando sientas que llegó el momento. Te animo para que puedas honrar a esa niña y puedas convertirte en adulta. Te animo para que puedas tomar fuertemente esa responsabilidad cuando evalúes que llegó el momento.
